GRADO 9° PERIODO 2°
KANT
La experiencia es el primer
producto surgido del entendimiento, por ello constituye la primera enseñanza y
la fuente de adquisición de nuevos conocimientos, sin embargo el conocimiento
no se reduce solo a esto, ya que aunque nos dice que es lo que existe, no nos
dice que tenga que ser necesariamente así y no de otra forma, por esto no nos
da la verdadera universalidad.
Los conocimientos
universales tienen que ser independientes de la experiencia, claros y ciertos,
por ello se los llama conocimientos a
priori y los tomados de la experiencia se les llama conocimientos a posteriori, o empíricos.
Es decir que, para llegar al
conocimiento de algo no es absolutamente necesario haber tenido una experiencia
directa con ella, sino que a priori se podrá obtener por la razón el resultado
de esta. Es el opuesto al conocimiento empírico, que depende completamente de
la experiencia.
El método de la razón pura,
es aquel que toma su conocimiento de manera a priori. Es trascendental todo
conocimiento que se ocupa de la forma de conocer los objetos, y que este sea a
priori y se llamaría filosofía trascendental.
La Verdad: Es la conformidad
de un conocimiento con un objeto, es decir, que eso que se conoce del objeto
sea correspondiente a ese objeto. Dado que este concepto de verdad requiere
hacer abstracción del conocimiento de dicho objeto, lo que quiere decir que
este es una forma incompleta de verdad, ya que dentro de ella debe haber la
lógica y esta es algo que proviene de la razón, acción y facultad humana.
Juicios: Pueden ser
universales, particulares o singulares, en cuanto a su cualidad pueden ser
afirmativos, negativos e infinitos, en relación pueden ser categóricos,
hipotéticos, o disyuntivos y en su modalidad, problemáticos, asertorios o
apodícticos.
La
libre voluntad y la causalidad
natural son compatibles si no se entiende como un aspecto del mundo natural. Se
dan desde ámbitos diferentes en cuanto a que la causalidad se refiere al
conocimiento y la libertad a la moralidad.
El hombre debe identificar
las máximas o principios fundamentales de acción tomada de una concepción
objetiva del bien para el hombre.
Los principios de la ética
deben estar concebidos en procedimientos racionales e identificados con “la buena voluntad”, esto consiste en que
los principios fundamentales de acción o máximas puedan ser aceptados por una
pluralidad de agentes sin ser específico en cuanto a los deseos de los agentes, si no que este
principio moral debe ser para todos, la moralidad de los actos se basa en
aquellas máximas que puedan ser universalizables, es este un imperativo
categórico de la ley moral.
La moralidad comienza con el
rechazo de los principios no universalizables. Esta idea se formula como una
exigencia, que Kant denomina «el imperativo categórico», o en términos más
genera-les la Ley moral. Su versión más conocida dice así: “Obra solo según la
máxima que al mismo tiempo puedas querer se convierta en una ley universal”
Kant distingue entre los
agentes que rechazan principios no universalizables y los que adoptan
principios no universalizables. Kant se refiere a las personas que adoptan
principios moralmente validos como a personas que obran por deber.
Divide los deberes entre los
deberes para con uno mismo y para con los demás y en deberes perfectos e
imperfectos.
Los deberes perfectos son completos en el sentido de que valen para
todos los agentes en todas las acciones con otras personas, se dice la verdad o
no, los deberes imperfectos son
aquellos que no se realizan en todos los aspectos del deber, sino que se llevan
a cabo de manera incompleta, como el deber de desarrollar todas nuestras
potencialidades.
Kant presenta como ley universal
la fórmula del fin en sí mismo, que
exige tratar a la humanidad en ti o en los demás no como un simple medio, sino
siempre como un fin.
Otra exigencia, seria respetar a las personas y nunca
menoscabar (despreciar o herir) la capacidad de actuar de los demás.
En cuanto el humano como un
fin exige apoyar las capacidades de obrar, de adoptar máximas y de perseguir
fines particulares, lo que supone apoyar de alguna manera apoyar los proyectos
y propósito de los demás.
La falta intencional en
desplegar el propio potencial se convierte en una falta de respeto por la
humanidad y sus capacidades de acción racional, aunque es claro que es este un
ejemplo de deber imperfecta, en cuanto es casi imposible desplegar todas las
potencialidades.
Considera al hombre como
legislador y sujeto a la ley, es decir es autónomo (se legisla a si mismo) con
la condición de que lo que se legisle, respete el estatus de igual de los demás.